lunes, enero 08, 2007

No...

Me violenté cuando percibí el flash. Sentí que me invadían capturando un instante de mi vida, y yo sin saber nada. Pensé que el efecto de mi retrato podría estar determinado por el contexto, y más me preocupé pensando en toda la gente perversa que hay.

Las imágenes han sido un recurso barato, que pretenden exagerar los momentos. Y no hablo del artista, ni de esa fotografía que transmite, sino de un acto innecesario e indecente. No es extraño que las fotografías surgieran bajo la Primera Guerra Mundial (en forma masiva). Ese lente obsceno que sólo busca un brazo partido, una agonía, una muerte. Pero no cualquier muerte, sino esa que refleja a mi contrincante o bien a un hombre tercer mundista destruido, para terminar diciendo “¡Puta qué bien estamos acá!”. Se jactan, y no perciben que la basura está en aquel zoom enemigo de lo bello.

Se aprovechan de las fotos por su carácter realista, ya que éstas viajan directo al cerebro y manipulan el recuerdo. Así, millones de interpretaciones surgirán, pues poseer una foto es poseer a la persona retratada… la puedo modificar, puedo juegar con ella (a cuantos se han cagado).

Fotografiar a alguien sin razón alguna es una violación… como si el lente de la cámara fuera quien produce la penetración. La persona es sólo un objeto, pues el fotógrafo controla la cosa capturada, bajo una actitud instrumental y no estética.

Por eso, hoy quiero encontrar a esa artista que dejé atrás. A esas tardes de laboratorio y caminatas en busca de una reja perfecta. Porque tras ese flash me acordé de esa ética de la visión fotográfica que me autoimpuse.

A veces, no me cuesta mucho caer en el enojo… y ese día quedó comprobado. Hay cosas que verdaderamente odio.

Un sueño de ·llvr· :: 11:48:00 a. m. :: 5 Han soñado:

Desquitese acá

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