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martes, mayo 15, 2007







Pus, ¿y qué me habrá querido decir?


Las dos últimas películas que he visto me han sido repetitivas en un tema: la desgracia del tráfico en Sierra Leona. En el “Señor de la Guerra” su protagonista va a traficar armas, y “Diamantes de Sangre” que trata con cierta fidelidad lo que cuesta llevar un anillo con una particular piedra en el dedo.

Y me pregunto porqué surge la inquietud de mostrar estos temas, pensando que aquellas dos cintas fueron gestadas en tiempos muy similares. Tal cual ha pasado, como cuando florecieron las películas del fin del mundo, del meteorito que caía y nos íbamos todos a la cresta. La génesis de estas tramas comenzaron, quizás, con “El día de Independencia”, donde nos pusieron a los alienígenas y todo lo que está fuera de este planeta como lo demoníaco y lo proveedor de desgracia. De ahí surgieron largometrajes tales como “El día después de mañana”, “Impacto Profundo”, “Armageddon” y todas esas mierdas que te sensibilizaban en un tema que, si llegase a pasar, estaríamos todos cagados. Y, sucesivamente, salieron películas aún más chantas de esos temas.

Y cuando pensé esto, me acordé del fenómeno cinematográfico norteamericano que sacudió los años 50’s y 60’s. Ya el color se había instaurado con creces, y no había pie atrás. En ésta época comenzó el uso exacerbado de lo cromático, pariendo así al Pop Art. Pero quizás y esto va más allá. Norteamérica era la cuna del capitalismo y con ello surgieron diversas marcas que llenaban de colores y destellos. Por otro lado, y en plena Guerra Fría, los países comunistas y socialistas no tenían marcas ni menos pensaban en un sistema de libre mercado, por ende a nadie debían impresionar con sus productos. De esta forma, para muchos mutantes, los colores eran la plena vida y la felicidad (con sueño americano incluido); y lo no cromático era lo ajeno, lo extraño. Y si pensamos, ¿cuál era el mayor opuesto de los yanquis?, sí, los caballeros de izquierda que imponían un nuevo sistema; sí, eran los hombres negros que habitan en sus tierras. Sí, los monocromáticos; sí, sus enemigos.

Era fácil, el enemigo es el que está fuera de tierra norteamericana y trata de invadirlos o atacarlos. Y que manera más poética de hacerlo, reflejando ese “ajeno a esta tierra” en los propios extraterrestres que nos vienen a invadir, que nos quieren liquidar, y que luego el gran ejercito gringoide viene a salvar. Y saldrá el presidente de turno a decir que “Norteamérica está a salvo”, como si fuera la única cagá de país que existe. Para ellos es así, Norteamérica es el planeta completo, y no hay más… “God Bless America” de fondo y todas esas mierdas. Bajo este precepto, en aquellos años, salieron películas alienígenas varias, al igual que series de TV…hasta unos hueones andaban perdidos en el espacio.

Y sentí que esa cinta llamada “El día de la Independencia” volvió a revivir ese tipo de tramas. ¿A quiénes habrán estado apuntando con el dedo?, ¿quiénes eran los marcianos ahora?, ¿seremos los latinos, o el director Ronald Emmerich fue tan seco en prever que Osama Bin Laden, el Medio Oriente, y los musulmanes eran los siguientes enemigos… los ajenos?

En fin, este gran pajeo me doy porque tengo algo de suspicacia cada vez que veo una película, y más cuando me doy cuenta que dos producciones recientes hablan de un mismo tema: el tráfico y Sierra Leona. ¿Qué me están queriendo decir?

Un sueño de ·llvr· :: 10:25:00 p. m. :: 9 Han soñado:

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