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miércoles, septiembre 27, 2006



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Fue la oreja




El corte. Una acción simple y acética, que al parecer, nada puede provocar. Sin embargo, es esta eventualidad lo que permite una aproximación al cine. El corte poético, de la praxis misma bajo la acción de desintegrar y empalmar. Fragmentar la realidad y juntar, lo que jamás debería estarlo, sin dejar fisuras. Y no sólo de la poética se abastece, sino del hacer del corte, dentro del cuadro cinematográfico.

Pienso en un corte, uno artístico y universal. Un corte conocido por fanáticos y estudiantes, y digeridos sin conciencia por el mundo. Llego entonces, a la oreja de Vincent Van Gogh, como un hito en el cine, en su quehacer diario.

Y me pregunto, ¿por qué?

La construcción corporal de espacio y tiempo, ilusoriamente proyectados en una pantalla superficie. Plana, convexa, deslavada. Un cuerpo, una consistencia. Un fragmento representativo, una oreja. La incisión y reconstrucción constante de un momento, quizás, inexistente.

La regla de composición dramática clásica, dada por un griegos (Aristóteles), se basa en la configuración de tres ejes establecido. A un triángulo articulado e indestructible. Sus partes, en toda representación humana, partiendo por la escultura fueron: los ojos, la boca, y la oreja.

El corte de la oreja, no es más que un concepto. Un concepto rupturista, más allá de lo literal, donde la búsqueda ideal de la perfección en el arte, se rompe. Encontramos cuerpos disonantes, inscritos en lo ilógico de la lógica estética del propio artista. El oído, bien sabemos, es un órgano que nos proporciona el equilibrio corporal; el no tenerlo, en el caso poético del arte, conlleva a un desequilibrio de la composición, antes señalado. El cine se sumerge, por ende, en un mundo vertiginoso.

El corte de una oreja, no es más que ironía. Bajo un humor distanciado y severo; tajante. Donde el lenguaje está en crisis, y la desconfianza crece. La creación se encuentra en silencio, y una hoja en blanco no se repara.

La oreja de Van Gogh, provocó fracciones extrañas, y empalmes aún más raros; intervino en la materia, en lo estético, y en lo semántico de las imágenes. Y los montajista, en esto, no tuvieron nada que ver. La culpa, es de la oreja.

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Un sueño de ·llvr· :: 11:22:00 p. m. :: 0 Han soñado:

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