miércoles, enero 31, 2007
La mejor suegra
Se subió a la micro con urgencia, pues era muy tarde. Al mismo tiempo lo hizo un improvisado payaso en busca de monedas. Comenzó su rutina de gritos y chistes repetidos. La suegra como hito siempre ha hecho reír a muchos, pero hoy los haría callar. Se acercó a Adriana para preguntarle si tenía suegra, ella respondió que sí. Le replicó que si la quería, y ella volvió a responder que sí. El payaso la interrogó…¿por qué? Ella con solo cuatro palabras lo congeló: porque es mi mamá.
Se bajó como si nada, en el paradero de Providencia con Manuel Montt. Caminó un par de cuadras, y llegó a su casa. Le abrió Ricardo con una sonrisa extensa, y Blanca por atrás le gritaba alegres saludos.
Se la llevó a la recamara con urgencia y la besó. Le tenía la botella de vino prometida, y la bebió casi completa. Se calló a la cama, junto a muchos recuerdos. Esas noches cuando luego de la bendición maternal, se quedaban rezando tomados de la mano con un crucifijo entremedio. Una cruz penetrante e insinuante en ocasiones.
El juego solitario de dos hermanos, donde las manos eran las protagonistas. Los besos, esa caricia justificada para no tener culpa. El ocultamiento constante, y la calentura que eso les provocaba. Invitar a un par de amigos para que vieran como sus cuerpos se frotaban violentamente, mientras sentía cierto cosquilleo en sus genitales.
Las duchas inesperadas, y la negación de no querer jamás separar sus piezas. El cariño implacable que veía la madre, y la tranquilidad de que por vida se cuidarían. El engaño constate, lo ciega que se sentía (a quién le mentía).
Ricardo le acarició el pelo, y supo al instante lo que pasa por la cabeza de Adriana. Le dio un beso y se acostó a su lado. Ella miró el rosario colgado frente a su cama y se rió sin parar. Ricardo la siguió. La madre entró, se rió fuerte, y los bendijo como todas las noches, pasándoles un denario que tenía en el bolsillo. Cerró la puerta y la intimidad volvió a relucir.
Nunca fue sentido figurado, sino el desgeneramiento celular es su máxima expresión.
Al fin…
El payaso ambulante llegó a su casa, y vio a su hermana hacer el aseo. Sudada y con el poto parado, no puedo evitar pensar en el buen culo que tenía su consanguínea.
Un sueño de ·llvr· ::
11:23:00 p. m. ::
4 Han soñado:
Desquitese acá
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